Hoy mientras indagaba la razón de muchas de mis cosas laborales, en lo oscuro del mundo virtual observe un par de senos que respondían a miles de comentarios, halagando la perfección de un busto caído, de pronto intente razonar el porque esa persona se encontraba en mi TL y peor aun, ¿porque la seguía?, así que decidí expresarle el motivo de mi “unfollow”, >quizá en estos momentos alguno escritor privilegiado se erice<, y justo ahí en el momento de la critica ella responde y caemos al mismo vicio y juego de las ofensas virtuales hiriendo cada vez mas lentamente el ego y saboreando la posible reacción, no contento con eso otro twittero mas se unió al rescate de las tetas sumisas atacando mi falta de tacto con una mujer? ¿Qué, por el simple hecho de ser mujer no la puedo criticar?, ¿Qué, por el hecho de ser mujer la tengo que halagar?, ¿y su famosa igualdad de genero?, sin embargo el defensor de las damiselas y su una gran enfermedad de transmisión texual (faltas de ortografía) continuaba ahora atacando mi profesión de comunicólogo, empleando el termino “amarillista” tal concepto me remonta a la idea precaria de la censura y de las damas del buen decir, justamente ahí entra otro twitt de una persona que me cuestiona sobre mi desarrollo humano organizacional, compartiéndome su estado de depresión el cual cargaba por una mujer, justo ante su petición de algún consejo le sugerí que se deprimiera con ganas, textualmente que tocara fondo y justo ahí vería el renacer, otros observaban el TL de mi Twitter y proyectaban en mi persona un alto grado de inseguridad con un toque de depresión, a lo que entro a lo siguiente después de este prólogo twitteriano.
Todos tenemos algo depresivo dentro de nosotros, en algún momento de nuestras vidas hacemos contacto con la exquisita depresión, a diario tenemos contacto con ella, la rozamos, la experimentamos, la compartimos, la vendemos y hasta la regalamos, extraño a esto es que muchas veces confundimos el deprimirse con estar tristes, o traer la pila baja, al final de cuentas, deprimirte es estar ahí sin razón de reacción, sin reacción de razón, justo y necesario esperando a que algo te mueva, como en la ola del Jazz, de pronto el saxo te remite a excitarte o deprimirte, en la vida pasa lo mismo, la cuestión radica en la sustancia de la visión, del fortalecer los lazos con que vives tu vida, no soy de esos optimistas pero tampoco negativos, me gusta disfrutar la ambivalencia energética y por eso jamás dejaría que algo virtual domine mi energía humana, las cosas que ves en una pantalla no se comparan con las cosas que la vida te pone.
Responsablemente debes hacerte cargo de lo que sientes y del ¿Por qué lo sientes?, se que el mundo esta peor, y que existen humanos con cosas aun mas jodidas, amor, dinero, salud, todo se reduce en simple energía y la depresión en el momento en que la encuentres disfrútala, deprímete porque lo mas bello de todo esto es que aprovecharas la radiación de cada momento feliz, deja que tu amiga, tu novio, tu esposa, tu hermano, se depriman, deja que reconozcan su capacidad humana y que en su transformación capitalicen la virtud del razonar una etapa mas de crecimiento, una etapa en la que el despilfarro de emociones todos las vivimos.