El misticismo, lo divino, lo
especial, lo enigmático, todo eso que
nos rodea son conceptos inexplicables, pero que suceden, de alguna manera
atraviesan la coraza de nuestra existencia y se presentan de maneras distintas;
puede ser en un golpe de suerte, en un encuentro subrepticio o simplemente en
la mirada de una mujer.
Somos parte de un complot cósmico
y poco existencial, más de causalidades que dé propias casualidades, estas
mismas refutan el día al día en la famosa rutina de nuestro ser, y ahí en ese enredo
y ahí en ese misticismo, divinidad, especial, o enigma, se encuentra el suspiro
inverosímil que nos agota e intoxica por las mañanas, que nos sacude y nos
reinventa, hemos perdido la humildad y ha ganado la soberbia del ego, del
propio YO, se perdió la escultura del alma.
Se han trazado vidas análogas que
juegan también con nuestra propia vida, todo lo que trato de explotar con
palabras es el simple hecho de la estrambótica impaciencia del querer.
Ser parte de un misticismo es ser
parte de algo que no está a nuestro alcance, de las miradas que se repliegan por
la calle, de las sonrisas que son regresadas, de los aromas que nos atraen,
vivimos en la elocuencia del amor bajo la locura de nuestras propias
prohibiciones, amordazando el amor,
jurando lo incumplible, y preocupándonos por lo superfluo, denostando lo que
tenemos, insidiando lo que conseguimos.
Esos caminos equivalentes se han
venido diluyendo con la inoportuna desesperanza que nos apega a los que nos
ponga la vida, sin querer entregarnos a la oscilación, y combatir el resultado.
Ahora que me lees, ¿quién te
abraza?, ¿quién te gusta?, nos hemos
acorralado a la angustia permitiendo que nuestro ser sea un mártir de la
imparcialidad emocional, somos parte del recuerdo ajeno y del miedo a
encontrar.
Hemos llegado a la etapa en que
nada nos puede doblegar, nada nos puede sorprender , somos la escama , somos el
prejuicio disfrazado de valentía emotiva, pero que se puede hacer si esa
mirada, si esos labios, si ese aroma, si ese rostro sabes que existe, sabes que
es lo que siempre habías buscado, y aun así, tienes la cobardía de asentar lo
que sea, de permitir que todo te satisfaga de alguna manera simple.
Y en la simpleza también vive el
reto del amor, más difícil pero vive, el mantenernos reales, vivos,
emocionados, como el son de un rico saxofón, que nos condescendiera cerrar los ojos para abrazar a ese pequeño afecto
del tiempo de improviso.
Espero que a pesar de estas
letras con muy poco sentido, alguno de ustedes tenga el valor de disfrutar los
encuentros extraños que nos orillan a enamorarnos sustancialmente, y en esta línea
de incomprensión poco aceptada o misógina cito al maestro Cerati “Me pase la vida imaginándote, no es momento
para ser cobarde”.
FAVOR DE VOLVER A LEER CON ESTA CANCIÓN DE FONDO #porsuatencióngracias